Descubriendo las Repúblicas olvidadas entre los Balcanes y el Mediterráneo

El año pasado estrenamos esta ruta, un viaje a un lugar que hasta fechas relativamente cercanas era una incógnita. Albania estaba considerada como uno de los países más cerrados del mundo vanagloriándose de ser el bastión del “realismo socialista” en Europa y permaneciendo hermético y aislado durante muchos años.   Montenegro, sin embargo, fue una de las joyas turísticas de las ex repúblicas yugoslavas desgraciadamente condenada al ostracismo durante la oscura década de conflictos de los años noventa del siglo pasado. Pero, afortunadamente, hoy no es ayer. Volvemos de nuevo, y con la experiencia del pasado año, a ofreceros una ruta por estas tierras olvidadas. Nuestro viaje nos va a llevar a descubrir la esencia de dos países encerrados entre la impresionante cordillera balcánica y el Mediterráneo. Un extraordinario legado cultural; Albania fue el último país de Europa en independizarse del Imperio Otomano y la huella musulmana sigue presente en forma de mezquitas, bazares…, siendo la capital, Tirana, un caleidoscopio de formas y costumbres. Extraordinarios paisajes salvajes, montañas que caen vertiginosas sobre el mar, extensos bosques, lagos alpinos, aldeas perdidas en montañas remotas junto a Macedonia y Kosovo… Y, pasando a la vecina Montenegro el paisaje se mantiene igual de sorprendente, como muestra encontramos el Parque Nacional de Skodar, cuyo lago es refugio de aves o el de Biogradska, la costa del Adriático con pueblecitos como Sveti Stefan o las extraordinarias “Bocas” o Golfo de Kotor, la maravillosa Perast …en el Mediterráneo más hermoso que se pueda conocer, con pueblos de traza medieval y extraordinaria arquitectura.   Es, pues, la hora de partir a un lugar, en donde además, encontraremos gentes amables y hospitalarias amantes de la música, descubriendo tradiciones y cocinas con una mezcla entre oriente y el mediterráneo. Un viaje que nos sorprenderá en este rincón perdido y olvidado de Europa.

TEXTO Y FOTOS: FAUSTINO RODRIGUEZ QUINTANILLA.

Prohibida la reproducción total o parcial de texto y fotos. Todos los derechos reservados.

Los grandes bosques de Suiza y Francia. Las históricas regiones del Vaud y el Franche-Comté.

Ya sabéis que desde hace años venimos descubriendo las más recónditas regiones de Europa. Una Europa diversa en cada kilómetro que recorremos, pequeños países dentro de los Estados, con paisajes, culturas y costumbres diferentes reunidas en un pequeño espacio geográfico; esta es sin duda, la grandeza de nuestro Viejo Continente. Ahora os mostramos una región transfronteriza, la compuesta por las extensas montañas del Jura. Un mundo de grandes bosques, cientos de lagos naturales, suaves colinas y montañas que conforman el paisaje más dulce y amable de Europa e inmersos en este paisaje se asientan históricas ciudades y pueblos repartidos entre el Cantón del Vaud, en Suiza, y el Departamento de Franco Condado, en Francia. En la zona se dan cita cientos de kilómetros balizados con innumerables recorridos. La cima del Mont Dor, a los pies el gran lago de Neuchatel y cerrando el horizonte la impresionante cadena de los Alpes. El pueblito de Romain Motier, donde se encuentra el monasterio más antiguo de Suiza. El Valle de Joux y su inmenso lago, el Mont Risoux y las Cascadas de Herisson…, innumerables lugares naturales que conforman el Parque Natural Transjurasiano. Y si de paisaje cultural se trata, estamos sin duda en una de las zonas de Europa en donde se juntan decenas de sitios Patrimonio Mundial UNESCO: el centro histórico de Berna, los viñedos escalonados de Laussanne sobre el Lago Leman, Salins Les Bains, los centros históricos de Le Locle y Le Chaux de Fonds,  donde Le Corbusier creó el llamado “urbanismo relojero”. La monumental Besancon, capital del Franche Comté…y, entre tanto, nos encontramos en una de las regiones donde la gastronomía local juega un papel de primer orden. Aquí se dan cita cuatro denominaciones de origen de queso, ahumados tradicionales realizados en bonitas granjas con madera de coníferas, seis denominaciones de origen de vinos, licores, galletas y por supuesto, chocolates…. Jean Jacques Rousseau, que residió un tiempo en Neuchatel,  solía decir “¡sólo pensando en el Jura, ya siento que mi espíritu se serena”!

TEXTO: FAUSTINO RODRIGUEZ QUINTANILLA.

FOTOS:  RAÚL GÓMEZ.

Prohibida la reproducción total o parcial de texto y fotos. Todos los derechos reservados.

Un viaje por la Europa olvidada

Este año estrenamos un nuevo destino. Nos vamos a dos de las regiones, quizás, más recónditas de Europa. A una región transfronteriza situada entre el sur oeste de Ucrania y el norte de Rumanía. Aquí la vida rural parece detenida en el tiempo. Una muralla de montañas aisló Maramures del resto del país y de la red principal de comunicaciones. Situada en un marco idílico de colinas onduladas donde los pueblecitos rebosantes de historia mantienen costumbres ancestrales. Casas de madera tallada, valles perdidos como Mara e Isei en donde se dan cita iglesias de madera que son Patrimonio Mundial Unesco. Vida detenida en pueblos y ciudades, naturaleza desbordante y hasta un pequeño tren de vapor que se adentra en las montañas…La pequeña capital, Cluj Napoca en donde la cultura y los antiguos barrios señoriales se dan la mano con el ambiente provinciano más auténtico. La fronteriza ciudad de Sighetu Marmatei, testigo de la convulsa historia del siglo pasado que podremos ver en su museo situado en una antigua prisión comunista. Después pasaremos a Ucrania, uno de los países más extensos de Europa, granero de la antigua URSS. Vamos a descubrir su área más incógnita, la pequeña región de Karpatia. Aquí se da cita la montaña más alta del país, el Hoverla y a sus pies un sinfín de montañas, valles, ríos y pueblos tradicionales y, como guinda del viaje: la estancia en la pequeña capital, la bellísima ciudad de L´Vov.

Una “pequeña Cracovia” detenida en los años sesenta del pasado siglo, palacios, barrios medievales, tranvías que atraviesan calles empedradas, plazas, jardines, ambiente cultural, cafés de otra época, ambiente “vintage” y nostálgico que resume una profunda belleza.  Todo ello, el descubrimiento de la artesanía, la gastronomía popular como los mici, la ciorba o los exquisitos quesos Magura, el ambiente de las tradiciones ortodoxas, los paseos y recorridos por valles y bosques, el encuentro con gentes amables que en verano departen tranquilamente en las puertas de las casas… En fin, un viaje al pasado, a una forma dulce de vida pero con unas gentes que quieren pasar a este siglo manteniendo sus costumbres y tradiciones. Es el momento de partir antes de que todo cambie.

TEXTO Y FOTOS:  FAUSTINO RODRIGUEZ QUINTANILLA.

Prohibida la reproducción total o parcial de texto y fotos. Todos los derechos reservados.